El agua compone cerca del 60 por ciento de nuestro cuerpo, posee
propiedades físicas y químicas benéficas para el organismo y además es el medio
ideal para el transporte de sustancias, es por ello indispensable en los
procesos de digestión, absorción, distribución de nutrientes, transporte y
desecho de elementos tóxicos.
Bebiendo las cantidades recomendables de agua el hígado, los
riñones, el sistema digestivo e inmunológico cumplen muy bien con sus
funciones, se lubrican las articulaciones y mejoran la resistencia de los
ligamentos.
El agua actúa además como protector, ya que controla la
temperatura, ayuda a mantener los niveles adecuados de acidez en el cuerpo y
retarda los procesos de envejecimiento.
Un consumo equilibrado de este líquido ayuda también a mantener la
belleza del cabello, las uñas y la piel, la cual perfectamente hidratada luce
brillante, ya que se da una regeneración celular por medio de un soporte
suficiente de minerales, nutrimientos y por supuesto de oxígeno.
El agua es un excelente colaborador cuando de perder peso se
trata, ya que suprime el apetito y ayuda al cuerpo a metabolizar la grasa
acumulada.
Estudios recientes llevados a cabo en la Universidad de Harvard
han concluido que la ingesta de agua en cantidades apropiadas, reduce un 45%,
el riesgo de colon y a la mitad las probabilidades de desarrollar cáncer de la
vejiga; debido a que la deficiente hidratación concentra mayor cantidad de
sustancias tóxicas y cáncerigenas en esos órganos.
Se habla también acerca de los estudios realizados en Inglaterra,
los cuales concluyeron que el estar hidratado reduce en un 79% el riesgo de
padecer cáncer de seno.
El tomar suficiente agua, reduce también el riesgo de problemas
cardiacos: En la Universidad de Loma Linda en California se hizo un estudio
involucrando a 20,000 personas sanas que tomaban 5 vasos diarios de agua y las
cuales presentaron un menor índice de problemas cardiovasculares en comparación
con los que solo tomaban 2 vasos diarios.
Investigadores de la Universidad de Búfalo en Nueva York,
comprobaron por su parte que el ingerir el agua que nuestro cuerpo necesita,
hidrata las mucosas que recubren la nariz, garganta bronquios y pulmones,
disminuyendo las probabilidades de infecciones virales como la gripe común o la
influenza, infecciones bacterianas y la posibilidad en los asmáticos, de sufrir
un ataque agudo.
Se le ha atribuido también a la ingesta de una cantidad adecuada
de agua, la disminución de la producción de cálculos o piedras en el riñón y la
incidencia de las infecciones urinarias.
Finalmente se ha comprobado que si nuestro cuerpo esta lo
suficientemente hidratado, aumenta las sustancias para el control de bacterias
en la boca y que se encuentran en la saliva; evitando la gingivitis
(inflamación de encías), caries y otras enfermedades de la boca.
Además de consumir los dos litros de agua diario, existen otras
maneras de hidratar a nuestro cuerpo.
Un buen ejemplo es a través
de las frutas, incluyendo y aumentando el consumo diario de sandías, naranjas,
uvas, peras y duraznos. Así que cómalas solas, en postres o como el ingrediente
principal de una refrescante bebida.
Tomar agua al levantarse, durante el transcurso del día y cada vez
que se tenga sed, permitirá que todo su cuerpo funcione armónicamente, luciendo
sano y brillante.
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