Los inciensos se utilizaban ya en épocas remotas para atraer
la ayuda de las divinidades, con adecuados rituales entraban en contacto con energías
sutiles que sus vibraciones ayudaban a solucionar varios problemas de la
cotidianidad. Por ejemplo en Egipto les fue dado un poder esotérico y cuando
hacía falta preparar una ceremonia o ritual propiciatorio se hacían
fumigaciones de incienso durante el alba, el mediodía y al ocaso.
El aroma del incienso es muy
atrayente, normalmente es de esos olores
que o gusta mucho no gusta nada.
El incienso crea un ambiente de buenas
vibraciones, energías positivas. Tan sólo respirar sus fragancias; transmiten
paz, tranquilidad, armonía, bienestar, etc.
El incienso, del latín incensum, participio de
incendere, ‘encender’, es una mezcla de resinas aromáticas vegetales, a las
que se le añaden aceites esenciales de origen animal o vegetal, de forma
que al arder desprenda un humo fragante terapéuticos que armoniza.
Las culturas china y japonesa usaron el
incienso como parte integral de la adoración de deidades.
Los hindúes lo usan para adorar a sus dioses.
Los budistas también le dan un uso muy
importante para honrar a sus ancestros y equilibrar las 5 energías.
En la Iglesia Católica para
la adoración eucarística, procesiones, etc.
El incienso se adquiere en cualquier
centro comercial o establecimiento, en diversas formas, siendo la
más conocida la de varita, sin embargo, a nivel doméstico se puede
fabricar artesanalmente un incienso a partir del quemado de hojas y
flores secas de plantas aromáticas
No hay comentarios:
Publicar un comentario